domingo, 28 de agosto de 2011

Los Tesoros de Narshe (1)

Bueno, después de una mala época, ahora vengo de nuevo a informar a nuestros lectores. ¡Sigo en Internet!

Y para celebrarlo. ¿Qué puedo hacer para este blog? Y decidí poner la siguiente sección. Los Tesoros de Narshe.

¿Qué hay en esta nueva sección? Pues es algo muy interesante. En esta sección se encuentran las descargas directas que pueden servir para la historia, o por mera curiosidad. Estarán subidos a Megaupload y podréis descargarlos para que tengáis una forma más interesante de leer la historia.

Banda sonora, imágenes, wallpapers, curiosidades... Todo esto lo iré colocando en la sección "Tesoros de Narshe". Siempre que se suba algo a la sección de descargas se subirá con este mismo título, aunque con un número nuevo. Espero que os gusten.

Y empezaremos por una de estas curiosidades.

Dentro de poco saldrán nuestros amigos, la raza Al'bhed. Dicha raza tiene su propio lenguaje, y saldrá en la historia con dicho lenguaje... antes de nos insulteis por no entender lo que dice esta gente, voy a poner el maravilloso TRADUCTOR AL'BHED.

Este traductor lo conseguí hace mucho tiempo y ni me acuerdo de donde. Traduce desde el inlgés a al'bhed, y a la inversa. Y para que vosotros podáis entender lo que dicen (Cuando el grupo de escritores decida que debéis saberlo) lo podréis traducir.

En la zona derecha podréis ver un botón nuevo donde pone "Traductor Al'bhed" justo debajo de la zona "Tesoros de Narshe (Descarga Directa)", está subido a Megaupload como os dije.

Dar las gracias a aquel hombre que hizo dicho traductor que sin él no lo tendríamos. Sin embargo, no recuerdo de donde fue sacado, y espero que no se enfade por usar su traductor.


jueves, 25 de agosto de 2011

Noticia del Mes de Agosto de 2011

Bienvenidos un mes más a las noticias mensuales del grupo "Welgaia". Como cada mes desde hace tres, venimos con las noticias importantes de este blog.

·Primera Noticia:
La primera noticia es que ha habido un pequeño parón con el capítulo octavo "Pájaros y Ninjas" por cuestiones externas. Por ejemplo, una de ellas es que el 60% de Welgaia Company ha estado reunido en las oficinas de Barcelona, y por eso no he avanzado todo lo que he querido, aunque si hemos avanzado en otros aspectos, como trama de personajes y tal.

·Segunda Noticia:
La segunda noticia viene de parte de otro miembro de Welgaia: Taanis. En cuanto yo tenga hecho el capítulo de borrador correspondiente (Con "Yo" me refiero a mi, a Linkaín) Taanis empezará a publicarla en el foro de Sheikav. No obstante, recordar que los borradores completos no estarán puestos, si no estarán listos para descargarlos una vez esté preparado este capítulo, el cual se desarrollará en Doma y es una parte esencial del personaje de Onizuka.

·Tercera Noticia:
El miembro más reciente de nuestro grupo, Zeldas, está preparando unas sorpresas para el grupo. Sin embargo no puedo decirlas, aunque yo ya las conozco, puedo decir que son geniales.

·Cuarta Noticia:
La imagen sobre el séptimo capítulo, "Camino sin Respuestas", que podéis leer en este mismo blog, ya está terminada desde hace tiempo pero no he tenido tiempo de decirlo. La imagen es esta:


Si queréis ver la imagen perfectamente, el vínculo directo a la imagen es ESTE.

·Quinta Noticia:
¡Nuestro número de visitas sigue subiendo! Tal que ahora mismo tenemos en el mes de Agosto un total de 600 visitas. Es todo un logro, pues yo pensé que este mes no llegaríamos ni a las 300 xDDD. Pero en fin, no me quejo para nada, pues gracias a ello hemos llegado a sobrepasar las 2000 visitas en el blog. Gracias a todos los visitantes de España, México, Venezuela, Argentina, Colombia, Chile, Estados Unidos, Alemania, El Salvador, Perú, Malasia, Lituania, Paraguay, Italia y los demás países desde donde nos leéis, pues no salen todas las entradas en las estadísticas, pero si estáis en un rincón del corazón del grupo. Muchas gracias.

·Sexta Noticia:
La última noticia es un poco pesarosa, al menos para mi. Durante un tiempo estaré sin poder actualizar muy seguido, pues tengo algunas cosas pendientes por hacer e Internet será algo de lo que deba prescindir, aunque intentaré seguir con los capítulos y subirlos de algún modo. Linkaín no morirá, señoras y señores.

Bueno, hasta aquí el informe mensual. Espero que os haya dejado con ganas y con mucha ansia por todo el proyecto. Solo deciros que difundáis la historia si os gusta, dejad que vuele entre vuestras amistades y que comenten y lean. Serán bien recibidas n.n.


martes, 16 de agosto de 2011

Razas

Bienvenidos una vez más a la clase sobre la historia de Final Fantasy: Crystal Destruction. En esta ocasión toca un tema que a mucha gente le puede interesar.
Bien, por un fallo en la historia, me faltó poner una explicación de las razas. Por eso es esta entrada, para explicar las diferentes razas que hay en esta historia, al menos, de momento. Para ver las imágenes bien, recomiendo encarecidamente que hagáis click en ellas para verlas a tamaño real y ver todos los detalles.
Empecemos por lo más básico.

Cetra (Antiguo)

Descripción:
Los ancestros de los Humanos, los Cetra han sido siempre la raza más sagrada en toda Gaia. Estas personas tienen una línea directa con los cristales elementales, con los dioses y hasta con la propia naturaleza, consiguiendo información hasta tal punto de que pueden saber cuándo va a haber una catástrofe natural o una nueva peregrinación de los cristales. Es más, se dice que los Cetra son siempre los elegidos para avisar de la nueva regeneración. Ha habido casos en que incluso el mensajero se convierte en peregrino.
Físicamente, los Cetra no se distinguen de los Humanos salvo entre ellos mismos. El hecho de que actualmente haya pocos Cetra está afectando a esta raza, y han tenido que juntarse con otras razas. Esto hace que su habilidad para escuchar a los cristales pueda seguir viva, pero sus demás habilidades van cayendo en el olvido.
Originariamente su hogar era Centra, en Terra, y su idioma era el Centrano. Sin embargo, con la caída de la niebla han perdido su hogar y ahora pueden encontrarse por todas partes, mientras que su idioma, el Centrano, pasó a ser el Lenguaje Mágico de Gaia, aunque los Elvaan se empeñan en decir que ellos inventaron el Lenguaje Mágico.
Su esperanza de vida es igual a la de los humanos, de entre 80 a 100 años.

Elvaan (Elezen, Elfos)

Descripción:
Los Elvaan son una raza casi tan antigua como los Cetra, sin embargo los elfos han sido siempre una raza llena de orgullo y prepotencia. Los Elvaan puros tienen los cabellos rubios o blancos, mientras que los de sangre mezclada los tienen de otros colores, el más común el rojo.
Su reino es la isla de Elfheim, en Gaia, donde acoge a todos los elfos que se consideran dignos de ese nombre. Los que residen en la isla son muy elitistas, mientras que los que viven en asentamientos de otras razas son mucho más tolerables. Los que viven en Elfheim únicamente tienen buenas relaciones con el reino de Doma, ya que comparten antepasados, sin embargo pueden tener tratos con visitantes ocasionales, sobre todo si vienen de parte del País Samurái. Su lengua natal es el élfico o Elezen, y presumen de haber creado el Lenguaje Mágico, aunque es cierto que tienen una escritura parecida, no son para nada iguales.
Algo que cambia dentro del reino élfico es que no hay clases principales masculinas y femeninas, así que una Elvaan puede ser Bardo o Danzarina, mientras que un Elfo puede ser un Bardo o un Danzarín. Esto solo ocurre en Tycoon fuera de los reinos elfos.
La esperanza de vida de los elfos hace que muchos humanos piensen que son inmortales, pero suelen vivir entre los 300 a los 850 años los más longevos, pero no suelen sobrepasar los 600 años.
 

Enano

Descripción:
De carácter duro y cabeza aún más dura, los Enanos son una raza orgullosa y a la vez de gran corazón. Estos seres de baja estatura (1’50 m los más altos), de enormes barbas los hombres y largas cabelleras las mujeres, han sido siempre grandes herreros e ingenieros. Se llevan bien con todas las razas, y su testarudez solo es comparable a su honorable sentido del deber. Su reino estaba en las Montañas de Nibel de Terra, donde actualmente se alza la ciudad de Nibelheim, y perdieron su reino al caer la Gran Niebla, por lo que se desperdigaron por el mundo como nómadas. Muchos reinos los aceptan por sus grandes capacidades de forja, pues las armas de los enanos son las mejores de todas.
Su idioma se escribe con runas y es conocido como “Idioma Enano”. Una de las peores vergüenzas para un enano es que le corten la barba (o la cabellera, si es mujer), y pocos son los que se verá cuando esto ocurra.
En su época, al principio de los tiempos, Aeglos Miradaregia, rey de los Elvaan, cuando proclamó la guerra contra los demás, se cebó mucho contra los Enanos. Estos han tenido cierto rencor por los elfos puros, llegando a odiarlos abiertamente, pero si una persona, sea de la raza que sea, se gana su respeto, no permitirá nunca que lo insulten, ni siquiera su propia raza.
Su esperanza de vida no es tan larga como la de los elfos, pero si es extensa, pues viven entre los 110 años hasta los 200. Su saludo típico es el “¡Lali-ho!”.
  

Genómido (Homúnculo)

Descripción:
Los Genómidos ha sido la raza más reciente de Gaia, pero no es una evolución de ningún tipo de raza externa. Los Genómidos son creaciones artificiales que empezaron a ser creados de manera industrial hace diez años, en plena Guerra de las Sombras. Estos seres fueron la mano de batalla del reino de Alexandría, convirtiéndose en magos sin corazón ni mente.
La realidad proviene desde casi la Guerra de la Niebla. Los Galka, viendo peligrar su existencia como raza, empezaron a hacer experimentos con la energía del Etéreo y la magia conocida en esa época ya que su reencarnación estaba fallando y cada vez había menos miembros de su raza. Empezaron a hacer intentos para poder crear unos cuerpos nuevos para cuando llegara el día de su muerte, pero fallaron, ya que lo único que crearon fueron los Genómidos.
Como creación, fue un fracaso. Los Galka eran grandes, fuertes y físicamente superiores a los demás. Los Genómidos, por su parte, tienen capacidades mágicas superiores a los demás, pero son más pequeños y físicamente promedios. Nada fue igual para los Galka con esos cuerpos extraños que la única similitud fue que tenían cola, pero para nada igual a la suya. Los creados por sus “padres” galka vagaron por el mundo durante mucho tiempo.
La única manera de diferenciar a un Genómido de un humano es por su cola y por su expresión. Normalmente un genómido no tiene alma, ya que fueron creados como recipientes para las almas de los Galka. No envejecen, no enferman y solo tienen el conocimiento básico para sobrevivir, pero si un alma no entra en él tienen un tiempo limitado, y simplemente dejan de funcionar, lo que otros llamarían “muerte”. Cuando un alma habita el cuerpo de un genómido se le dice que ha “abierto los ojos”, y es entonces cuando empiezan a envejecer y a vivir. Los conocimientos anteriores al alma no suelen pasar al huésped, pero las habilidades suelen pasarse, ya que todos los genómidos saben usar armas mágicas, hablar el lenguaje mágico y tienen grandes conocimientos sobre magia.
Los Genómidos viven alrededor de 3 veces más que un humano promedio en el momento en que tienen alma. Pueden reproducirse como los humanos, pero siempre tendrán genómidos “naturales”, los cuales siguen teniendo cola pero son menos “artificiales”. Sin embargo es muy difícil de distinguir entre humanos y genómidos naturales, ya que estos nacen con alma directamente y suelen esconder la cola, o se la cortan de pequeños.
Tiempo antes de la Guerra de las Sombras, un científico llamado Garland Tribal encontró los experimentos de los Galka, largamente perdidos, e inició sus propios experimentos creando así a tres genómidos con el alma de sus tres hijos muertos. Uno de ellos fue Kuja Tribal, el cual mató a su padre y robó su investigación, creando así un ejército de Genómidos para conquistar Gaia. Sería detenido en la Guerra de las Sombras por Cecil Harvey y su hermano, Zidane Tribal, actual rey de Alexandría.
Los Genómidos restantes de la guerra viven en una zona especialmente preparada para ellos en Alexandría esperando recibir un alma. Los que “abren los ojos” se marchan, buscan su lugar en el mundo, o gente que les quiera. Algunos viajan hacia una zona conocida como “La Aldea de los Genómidos”, en un emplazamiento desconocido, donde viven los que han recibido un alma.
Su aspecto físico los delata, ya que aunque tienen diferentes cabellos y colores de piel, su inexpresión normalmente los identifica. Los Genómidos “naturales” sin cola son más humanos que algunos humanos.
Algunos magos han conseguido crear Genómidos por su cuenta, dándole el nombre de “Homúnculo”, traspasar su espíritu a ellos y vivir nuevamente, motivo por el cual mucha gente en el mercado negro “roba” genómidos para venderlos a magos sin escrúpulos.

Humanos (Clavat)

Descripción:
La más extendida de las razas, los humanos son adaptables a cualquier entorno y lugar, y a cualquier zona por difícil que sea.
Polifacéticos por naturaleza, los humanos han conseguido colonizar en poco tiempo casi todo el territorio de Gaia. A pesar de que su esperanza de vida es más corta que la de muchas otras razas (entre 60 a 100 años) algunos especímenes de esta raza han conseguido vivir hasta más de uno o incluso dos siglos gracias a la sangre de sus ancestros.
Algo que ha caracterizado a los humanos de Gaia ha sido precisamente su falta de racismo. Al haber compartido hogar con razas de todo tipo y algunos descendiendo de ellos, su adaptación con otras formas de vida ha sido perfecta, y salvo los pocos casos aislados sobre racismo personal, esta clase, aun siendo la más extendida, también es la más tolerante hacia el resto de razas, incluso siendo los más amistosos hacia los demás. Aun cuando los humanos han tenido motivos para odiar otras razas (como la esclavización de humanos por los elfos en la época de Aeglos Miradaregia, o las guerras mágicas donde muchos de ellos morían por ser simplemente humanos) los Clavat, como se les conoce dentro del idioma mágico, han conseguido dejar de lado sus diferencias con otras razas y muchas veces se casan con vieras, invocadores, cetras, elvaans o incluso enanos y móguris (aunque estos últimos son muy raros).
 Su idioma natal varía de la zona en donde viven o han sido criados, ya que cada parte de Gaia puede tener su propio idioma a parte del común, también conocido como “Clavat”, el cual todas las razas conocen.
  

Invocadores

Descripción:
La raza de los invocadores es un misterio que pocos han podido descifrar. Hay invocadores que consiguen sus poderes gracias a años de estudio, dedicación y un duro entrenamiento, y su escuela de magia está muy valorada. Muchos de ellos se colocan accesorios en la frente con forma de cuerno para tener una comunión más profunda con los Eidolons. Sin embargo hay unos pocos que nacen con el poder de invocar Eidolons de manera innata. Muchos sabios dicen que es gracias a su sangre, la cual les permite tener esa gran capacidad. Otros, que originariamente todos los humanos tenían el cuerno del invocador, y que poco a poco fueron perdiendo la capacidad para invocar, y con ella, el cuerno. El caso es que esta raza, aunque no está extinta ni mucho menos, se confunden actualmente con los humanos, ya que menos del 10% de los Invocadores nacen con cuerno.
Según las investigaciones, la sangre de los invocadores afectan muchísimo a su desarrollo y esperanza de vida. Algunos invocadores con cuerno viven entre 100 y 150 años, mientras que otros que descienden de eidolones directamente pueden vivir hasta 500 años. Todos tienen alguna peculiaridad en su cuerpo. Algunos tienen el típico cuerno de invocador, mientras que otros tienen el cabello de algún color extraño, como verdes o violetas.
Su hogar era la mítica Madain Sari, actualmente conocida como La Aldea de Mist, pero eso no influye el hecho de que puede aparecer alguien con sangre de invocador en cualquier lugar del mundo. Su lengua natal es el Lenguaje Mágico.
 

Lunarian

Descripción:
Ragnarok, la luna de Crystalis, lleva el nombre de la Diosa de los Vientos. Sin embargo, en ella vive una raza especial de humanos conocida como los Lunarians. Tienen una capacidad pulmonar especial que les permite vivir en el satélite de Crystalis, y de vez en cuando pueden, gracias a su gran naturaleza mágica, llegar hasta Crystalis. Suelen tener rasgos más albinos que los humanos normales, tales como cabellos pálidos o piel clara.
Su esperanza de vida es extremadamente más longeva que los humanos, ya que viven 6 veces más que ellos. Por el contrario, tienen un grave problema con la descendencia, ya que entre lunarians solo pueden tener un único descendiente, por ese motivo muchas veces al bajar a Crystalis tienen relaciones con humanos, vieras o elvaan para tener más de un hijo.
Su nación está en la propia Ragnarok, y su lengua madre es el Ragnar.
 

Móguris (Moogle, Múgul)

Descripción:
Los extraños y pequeños Móguris han sido los más divertidos e infantiles junto a los Lilty, pero a diferencia de estos, la pequeña raza ha seguido luchando por sobrevivir. Su reino estaba antiguamente en lo que ahora es Esthar, una de las potencias de Terra, y al perder su hogar han ido formando pequeños barrios en todos los reinos donde se ayudan mutuamente. Para sobrevivir en un mundo donde no tienen un hogar, han tenido que hacer igual que los enanos, y han trabajado para sobrevivir. Es por eso que son los más sociables de todas las razas y una de las más inteligentes, además de que son los principales carteros y mensajeros de Gaia.
Al igual que los Lilty, tienen una esperanza de vida menor, aunque algo más grande que la de los “eternos niños”, viviendo entre 60 y 80 años. Su idioma natal es el moogle, aunque ellos son los únicos que pueden hablar esta lengua, los demás tan solo pueden entender lo que un Móguri dice en su lengua sin poder imitarle, y aun cuando hablan en común tienen siempre la coletilla “Kupó”.
 

Poseído (Mutante)

Descripción:
Algunos de estos especímenes son personas que han sido tratadas de la peor manera posible: Como experimentos humanoides. Los Mutantes han sido modificados genéticamente por gremios o científicos locos que quieren llegar a más allá de la creación de Minerva. Creen que pueden conseguir lo que la humanidad anda buscando desde tiempos inmemoriales. ¿Qué es eso que buscan? Quizás ni ellos mismos lo saben.
Por otro lado, los Poseídos son iguales a los Mutantes, salvo por un pequeño punto: Ellos no han sido modificados genéticamente por humanos, si no por espíritus, demonios, por una horrible maldición o por su propia sangre. Tienen su alma unida a la de un ser astral que vive en su interior en la mayoría de las veces, en otras, su sangre hace que tenga características parecidas a las de los Semiesper.
En todo caso, da igual la raza que era antes, una vez ha sido modificado como mutante o ha sido poseído por un ser o despertado su sangre, mantendrá una única habilidad de su raza anterior y el resto las perderá a favor de tener la aterradora habilidad de transformarse en un monstruo (o en una versión diferente de sí mismo). El jugador y el narrador deberán ponerse de acuerdo en qué tipo de aspecto tiene el personaje una vez se transforme.
La duración de la existencia de un Mutante o Poseído es desconocida… Aunque algunos dicen que son inmortales y no cambian de aspecto.
 

Semiesper

Descripción:
Cuando los Espers (Nombre que se le da a los Eidolones cuando van por libres, sin ser invocados) conocen a una persona especial, con su forma humana pueden llegar a tener una relación… y una familia. Y de esa unión salen los Semiespers.
Dentro de esta categoría entran aquellos seres que tienen un progenitor no humanoide, tales como eidolons/espers, monstruos o incluso dragones. La naturaleza mágica de estos seres hace que los Semiespers tengan características físicas similares a las de sus progenitores. Un ejemplo sería el color del cabello, las orejas, colmillos, o demás. Muchas veces el progenitor puede haber vivido con el Semiesper y enseñarle el modo de vida que tienen los de su raza, pero otras simplemente han sido repudiados y criados en la calle.
Los Semiespers son tan extraños que poca gente conoce alguno, pues ellos mismos deciden no dar a entender qué es lo que son para evitar problemas. También su esperanza de vida será inmensamente mayor a cualquiera de sus razas, pues los que son descendientes de algún eidolon pueden vivir de 200 a 900 años, y los que descienden de dragones pueden incluso superar el millar de años. No tienen una ciudad natal ni tampoco un lenguaje propio dado su naturaleza mestiza.
En este apartado se dará una breve ayuda para identificar qué tipo de eidolon o ser mágico ha sido el progenitor (Ver tabla “Padres de Semiesper”) y algunas ayudas para interpretar a los personajes.
Los hijos de Semiesper tienen un 25% de ser semiespers también, mientras que el 75% restante son de la raza de la pareja. Aunque si estos tienen un fuerte trauma mental puede despertar su sangre esper, lanzando 1d100. Tiene 50% de posibilidades de ser un Poseído o un Semiesper. Por otra parte, si el padre enseña a su hijo como convertirse, podrá decidir el jugador qué raza cambiará su personaje.
 

Viera

Descripción:
Seres bellos y letales, la raza Viera ha sido siempre una gran luchadora en lo que a sobrevivir se refiere. Antes de la Guerra de la Niebla, eran igual a los humanos, teniendo un 65% de su población conformada por varones, y un 35% formado por féminas. Sin embargo, la Guerra entre Magis y Tecnos hizo que sus cuerpos recibieran una gran cantidad de químicos y venenos. Ellos fueron los que más perdieron en la Gran Guerra, pues desde entonces, a cada generación descendía la capacidad de procrear vieras masculinos.
Con cada siglo que pasa va disminuyendo su población masculina, obligando a la raza a convertirse en una sociedad matriarcal. La única diferencia es que, si en la familia real nace un varón, este inmediatamente se convertirá en el Rey a la Espera. Sin embargo, han tenido que requerir de amoríos de otras razas para poder tener descendencia… Y con cada siglo, han sido más féminas.
Actualmente, menos del 5% de la población Viera es masculina, y con cada generación va reduciéndose más los varones entre esta raza. La única ventaja, si se puede decir así, es que los vieras masculinos tienen un porcentaje realmente alto de tener descendencia masculina. Muchas veces sin embargo son confundidos con sus compatriotas femeninas, ya que su aspecto es muy andrógino.
Su reino ha sido desde siempre el Reino de las Montañas, cuyo nombre en la actualidad es Burmecia. Aunque pueden encontrarse por todas partes, sin contar con su reino, donde más hay es alrededor de su zona, con ciudades como Narshe o Winhill. Su esperanza de vida es tres veces mayor a la de los humanos, y su idioma es el Burmeciano.
 


martes, 2 de agosto de 2011

Capítulo VII: Camino sin Respuestas




Los chocobos aminoraron la marcha en la entrada de Baron por toda la gente que había entrando o saliendo. Las fiestas continuaban hasta bien entrada la noche, y ahora que estaba empezando el crepúsculo aún había personas que salían a bailar o a comer en las muchas maderas que estaban apostadas. Los soldados apostados para la seguridad de los ciudadanos hicieron detenerse a Onizuka, Dreighart e Ylenia preguntándoles si tenían lugar donde dormir. El samurai dijo simplemente que estarían fuera antes de irse a dormir seguramente. Los soldados se extrañaron pero les permitieron la entrada sin problemas. Ylenia miró por todas partes pero no encontraba a Ankar.

-¿Dónde está el dragontino?
-No te preocupes, estará en la pista de aterrizaje. -Explicó Onizuka.

Se dirigieron hacia allí y, como había supuesto el pelirrojo, Ankar había descendido y estaba acariciando el morro de Angelus con una expresión parecida a la de alguien triste. Cuando los otros tres llegaron y desmontaron de las monturas, la dragona los miró con una sonrisa draconiana llena de dientes.

-Espero volver a veros, pequeños.
-¿Se marcha, señora? -Preguntó extrañado el samurái.
-Así es. Cuídate, joven demonio.

La dragona abrió sus alas y, dando un fuerte aleteo, salió volando de Baron sola, mientras Ankar la miraba con un sentimiento de tristeza y alegría jamás soñada.

-¿Estás bien, Ankar? -Preguntó Dreighart dándole un golpe en el brazo. El albino lo miró y sonrió.
-Sí. No te preocupes. -Se quedó pensativo unos instantes y los miró a los tres. -No nos quedaremos esta noche aquí seguramente, así que vamos a actuar como grupo.
-Me parece bien. -Dijo Ylenia de repente. -Es mejor moverse como un colectivo que por propia iniciativa.
-¿Vas a ir a informar a tu rey? -Preguntó Onizuka de repente, y Dreighart tragó saliva.
-Iré. -Contestó Ankar, y miró al peliazul. -Quiero darte una oportunidad, Dreighart. Por lo tanto...
-Irás a comprar provisiones. -Secundó el samurai superponiéndose a los pensamientos del albino. -Harás los recados para preparar nuestra partida mientras los mayores van a hablar con el jefe.
-¿Eso... sería correcto, Ankar? -Preguntó el joven mirando al dragontino. Este lo miró.
-Ahora formas parte de un grupo, lo quieras o no. -Contestó él y le puso una mano en el hombro. -Intercederé por ti ante el alguacil de Baron, pero igualmente tengo que informar de que ha habido problemas en Kalm.

El chico asintió, y el albino se apartó caminando hacia la entrada del pueblo.

-Estamos en fiestas por la Ventisca de Plata, así que los comercios estarán abiertos durante gran parte de la noche. ¿Puedo pediros que lo preparéis todo?
-Cuenta conmigo. -Dijo Dreighart con énfasis, mientras la guerrera asentía con la cabeza.
-Pues yo voy contigo. -Contestó Onizuka. -No siempre se puede ver al jefe de los jefazos.

Los dos hombres se marcharon en dirección al castillo, mientras que la mujer revisaba el dinero que le quedaba.

-Vamos a comprar comida y pociones. -Comentó la guerrera cerrando su bolsa. -¿Cuánto dinero tienes?
-Creo que el suficiente para pillar un par de chocobos, no pienso volver a ir detrás de Onizuka. -Contestó el ladrón.
-Te comprendo, eso de hacer que su chocobo intentara volar por encima de las dunas debe de ser agobiante...
-Dímelo a mí... -Dijo el peliazul comenzando la marcha hacia la gran plaza.

Por su parte, Ankar intentaba arrastrar a Onizuka, alejándolo de las que bailaban para ir hacia el palacio. En cierta medida agradecía que el samurai viniera con él para evitar posibles escándalos, pero escuchar sus métodos de ligar diciendo frases como "Me ha picado una serpiente, ayúdame a sacar el veneno" era tan exasperante para el albino que hasta que no le amenazó con cortarle sus partes bajas no consiguió que se centrara en llegar hasta el castillo. Las antorchas iluminaban el camino hasta la entrada de palacio, custodiada por dos soldados, uno a cada lado.

-¿No estará el rey en las fiestas? -Preguntó Onizuka cuando se detuvieron.
-Su majestad todavía está dentro. -Contestó uno de los soldados, el colocado a la izquierda, y se dirigió a Ankar con jovialidad. -Le veo bien, capitán Einor. ¿Visita oficial?
-Sí, te agradecería que nos abrieras la puerta, por favor. -Dijo el interpelado.
-Enseguida, señor.

El soldado se apartó de la puerta y, tomando una gran anilla metálica, tiró con fuerza haciendo que la doble hoja de gruesa madera se abriera. Cuando el soldado se colocó de nuevo en su sitio, le señaló hacia el interior.

-Su majestad debe estar en el trono ahora mismo.
-Ala, el camino ya lo encontramos nosotros. -Contestó Onizuka caminando hacia el frente.
-Buenas noches. -Dijo el dragontino emprendiendo la marcha también.

Pudieron ver las grandes ornamentaciones con referencias a Ragnarok. Muchas lunas plateadas y adornos con forma de viento adornaban el castillo, y todos los soldados tenían al menos una prenda de ropa de color blanco. La festividad tenía tal tradición, pues era el color del mes y de la diosa del viento, y nadie solía cambiarse hasta que terminaran las fiestas. Las puertas del trono tenían incluso una gran esfinge de la diosa Ragnarok colocada delante.

Onizuka se detuvo cuando notó que Ankar estaba caminando hacia el pasillo de la izquierda, y extrañado fue hacia donde estaba su amigo con pasos largos.

-Oye, no me digas que ahora te has olvidado de donde está tu rey.
-No seas burro. -Le contestó Ankar mientras llegaba hasta una ventanilla donde había un hombre con ropas simples, el cual estaba escribiendo en un gran tomo y a sus espaldas había muchísimos libros. -Buenas noches señor Moorcock.

El hombre miró hacia Ankar. Era un elvaan mayor, con algunas arrugas en la cara y el cabello rubio ya algo canoso escondiendo parte de sus orejas puntiagudas, pero sus ojos color almendra daban a mostrar la fuerza de alguien más joven. En su mano derecha portaba una larga pluma de chocobo negro que dejó en el tintero para evitar manchar el libro que tenía abierto.

-Mi buen Ankar. ¿Qué te trae por aquí? -Le dijo estrechándole la mano al dragontino.
-Señor Moorcock, siento molestarle cuando está a punto de terminar su jornada.
-Pamplinas, muchacho. -Contestó el hombre soltando a Ankar y sentándose de nuevo en su sitio. -¿Qué puedo hacer por ti?
-Quisiera saber las últimas noticias de Kalm. -Onizuka miró extrañado al albino, pero este no le hizo caso. -He oído rumores y quiero confirmarlos.
-¿Qué rumores? -Preguntó Moorcock mientras se apartaba y tomaba otro volumen distinto para abrirlo encima del que tenía y empezó a pasar páginas.
-Que han matado al Gobernador de Kalm, un hombre llamado "Fogret" o algo así.

El señor Moorcock empezó a pasar páginas mientras que Onizuka intentaba ver lo que ponía, hasta que desistió y se acercó a susurrarle a Ankar.

-¿Y este quien se supone que es?
-El señor Moorcock es el que se encarga de poner al día todas las noticias que llegan de los territorios de Baron y las comarcas aledañas al reino.
-Eso incluye Kalm.
-Exactamente.

Se mantuvieron en silencio mientras el hombre seguía con su trabajo, hasta que llegó a la parte donde el documento terminaba.

-Veamos... Según las últimas noticias, uno de los líderes del crimen organizado de Kalm ha sido eliminado... pero nadie habla sobre un tal Fogret. -Pasó unas páginas y revisó unas notas. -Es más, el actual Gobernador ni siquiera tiene ese nombre.

Extrañado, Ankar miró a Onizuka, pues ambos habían escuchado la historia de Dreighart.

-¿Y la situación actual con el pueblo? -Preguntó el albino al hombre.
-Es bastante buena salvo escasos casos de delincuencia y algunos nobles problemáticos, pero hay buenas relaciones entre ambas partes. -Miró a Ankar curioso. -Creo que tu fuente es errónea, muchacho.
-Eso parece... Gracias señor Moorcock.

Ambos se apartaron de la ventanilla y caminaron hacia la entrada de la sala del trono.

-No creo que Dreighart nos mienta. -Dijo de repente Ankar, y el samurái lo miró con esa típica sonrisa suya. -Pero a lo mejor tiene realmente algún problema con algún mago negro, como le dijiste a la sacerdotisa.
-Eres muy inocente. -Le dio un golpe en el hombro riendo con fuerza. -Pero si nos miente, le cortaré en cachitos y me haré un bocadillo con su carne. Ya veremos lo que pase cuando lleguemos a Kalm.

Ankar asintió y abrió la puerta para poder pasar. La antesala estaba llena de gente, aunque se podía caminar entre ellos, y había dos mesas llenas de comida. Al fondo había otra puerta y un guardia.

-Venimos a hablar con el rey.

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El mercado a esa hora seguía abarrotado de gente comprando y vendiendo, los niños reían y se colocaban en círculos para jugar mientras que los padres les vigilaban con ojo avizor. Los tenderos y comerciantes de vez en cuando se daban el lujo de regalarles algún dulce o algún tipo de golosina mientras los niños les sonreían sin parar.

-Nunca había estado en Baron. -Dijo Dreighart tomando unas bolsas con comida y colgándolas de su cinturón. -Es un sitio muy animado.
-Eso es porque hoy empiezan las fiestas de la Ventisca de Plata. -Explicó Ylenia pagando por las bolsas al tendero. -Aunque he oído decir que es un reino próspero y bueno.
-Ya...

Caminaron entre el gentío con tranquilidad, pensando en los víveres que debían comprar. Ya habían conseguido dos chocobos extra para el viaje, donde se montarían Ankar y el propio ladrón, y los tenían listos junto a los de Ylenia y Onizuka, así que lo único que debían hacer era conseguir las pociones y remedios que les faltaban y dejarlos en las alforjas. Ylenia miraba con unos ojos indescifrables a los niños riendo con sus padres, mientras que Dreighart se preocupaba más de que no les robaran. Al llegar a la tienda y entrar, una fuerte oleada de perfumes les invadió, casi haciendo marear ligeramente al ladrón. Se acercaron a la mujer que había tras el mostrador y que tenía varios frascos encima de él.

-Buenas noches. ¿En qué puedo ayudarles? -Dijo ella al ver a la pareja.
-Verá, necesitamos provisiones para cuatro personas. -Empezó a decir Dreighart.
-No tenemos curandero, pero somos bastante poderosos. -Ylenia ya había comprobado las capacidades de batalla de todos en el viaje, con algunos monstruos que les salían al paso. -¿Tiene paquetes de viaje?
-Los tengo. -La mujer se escondió bajo el mostrador y sacó dos bolsas de cuero, dejándolas frente a ellos. Sacó otras dos mientras el peliazul miraba su interior. -Son paquetes de cinco pociones, tres antídotos y tres colirios. Valen alrededor de 800 giles cada paquete.
-También nos interesarían un par de eteres. -Dijo la de cabello ceniciento.
-Eso serían entonces... -La mujer apuntó las cuentas y, al terminar, les sonrió. -Tres mil seiscientos giles en total.
-¿Y qué le parece esto? -Intervino Dreighart de repente sacando unas pieles de su zurrón. Había decidido sacar provecho de las batallas y sacar tajada con lo que pudiera. -Son pieles recién preparadas, de calidad y sin estropear.

La mujer abrió el paquete de pieles y lo observó. Realmente eran pieles de lobo que se podían encontrar en los campos de Baron, pero había poca gente que se dedicara a cazarlos, pues iban en manada y no había valientes suficientes a enfrentarse a una jauría de lobos.

-Me parece que tenemos un trato. -Dijo la mujer al abrir el resto de pieles. -Creo que les puedo dar lo que piden a cambio de todas estas pieles.
-Me parece perfecto.

Tardaron un rato más en llegar al establo y dejar la mayoría de objetos en las alforjas de los chocobos. Dreighart estaba de muy buen humor y tarareaba mientras acariciaba a su montura, cuando miró a un tablón que había en la entrada del establo. Al acercarse, tragó saliva, pues eran carteles de "Se busca", y se buscó entre ellos, pero la sorpresa no apareció en su rostro al reconocerse, si no en reconocer el rostro dibujado de Ylenia. Tomó el cartel, lo arrancó y se acercó a su compañera, que estaba saliendo del compartimiento de su animal.

-Ylenia... Mira esto.

La guerrera tomó el papel y abrió un poco los ojos. Suspiró y, doblando el cartel, le señaló la puerta.

-Aquí no podemos hablar, te lo contaré mientras caminamos.

Dreighart asintió, y caminaron durante largo rato. Parecía que la mujer no iba a hablar de ese cartel, pero él no insistió. Sabía que la gente hablaba cuando debía hablar, así que su impaciencia era sustituida por curiosidad hacia el reino de Baron.

Cuando llegaron a uno de los callejones más vacíos y oscurecidos ya por la noche, Ylenia se detuvo y suspiró.

-Mi pasado es mi pasado. -Dijo ella mirando fríamente a Dreighart. -Así que no esperes que te cuente mucho.
-Solo tengo curiosidad.
-Ser mercenario a veces te da este tipo de problemas. -Explicó la mujer ondeando el cartel en su mano. -La gente te malinterpreta a veces.
-¿Alguien que mataste...?
-No creo, puede que algún cliente descontento, o quizás algún gremio al que he tocado mucho las narices. -Dijo ella encogiéndose de hombros. -No debes preocuparte por...

Ambos se quedaron en silencio al oír un llanto en el interior del callejón. Se miraron y fueron caminando hasta el origen del sonido. Cuando Ylenia fue a cruzar una esquina, Dreighart la detuvo con la mano y le tiró hacia atrás, con un dedo en los labios para pedir silencio, y se señaló el oído para que escuchara.

-... el pago de protección. Por lo tanto, debemos llevarnos una garantía. -Una voz provenía desde la casa donde se habían apoyado, y lo conseguían escuchar tanto por la calle como por la ventana. El llanto, sin embargo, ahora era más fuerte, y de más de una persona.
-¡Por favor! ¡No lo hagáis! -Gritó una mujer desde dentro de la casa.
-¡Mamá! -Una niña gritó desde la calle.
-No te preocupes, allí donde estará tendrá muchos amiguitos, y hasta que pagues podrá tener un buen oficio.

Las voces se hicieron más tenues, pero el llanto de la mujer no cesaba. Ylenia se soltó del brazo de Dreighart con furia y llevó su mano al pomo de su espada, pero el ladrón la detuvo de nuevo.

-Idiota. ¿No ves que está secuestrando una niña? ¿Por qué me detienes?
-Cállate. -Dijo el ladrón intentando escuchar los pasos del hombre. -Intento saber por donde se ha ido.
-Lo mataré primero.
-No.
-¿Por qué no?
-Porque si lo seguimos, quizá podamos rescatar a más gente.

La cara enfadada de Ylenia se suavizó un poco al pensar en lo que decía su compañero, y asintió algo reticente. Miraron por la esquina y vieron que solo había una puerta abierta, pero nada más. Corrieron a ella y vieron a una mujer de mediana edad llorando y caminando de arriba abajo.

-Señora. -Dijo Ylenia, y la mujer se asustó tanto al mirarla que dejó de llorar. -Tranquila. Díganos. ¿Qué ha pasado?
-No ha pasado nada... -Dijo ella intentando cerrar la puerta, pero el pie de Ylenia era más fuerte.
-Se han llevado a su hija. ¿Y no ha pasado nada?
-Así son las cosas en este barrio. -Explicó la mujer empezando a llorar de nuevo. -¿Qué sabrán ustedes, forasteros?
-Precisamente, porque no sabemos nada queremos ayudar.
-Tenemos un amigo en la armada de los dragontinos. -Comentó Dreighart entonces. -Podría ayudarles.
-Lo han intentado pero nunca encuentran la base.
-Díganos qué ocurre y cómo ayudarles.

La mujer miró con ojos desesperados a ambos, y asintió.

-Piden un impuesto de protección para el barrio.
-Me lo imaginaba. -Dijo Ylenia de repente.
-¿Qué quieres decir? -Dreighart la miró extrañado.
-Si pagas, no te pasa nada, pero si no pagas, te asaltan día si, día también. -Explicó la de ojos azules. -¿Me equivoco?
-Eso es. -Contestó la mujer. -Y si no pagas, se llevan... -Pero la voz de la mujer se quebró y empezó a llorar de nuevo.
-Se llevan a tus hijos... ¿Verdad?
-Sí, y los venden.

Ambos se miraron con los ojos bien abiertos. ¿Esclavistas? ¿En Baron?

-En todas partes cuecen habas. -Dijo Dreighart suspirando y caminando por donde se había ido el hombre. -Vamos Ylenia.
-Te sigo.

Ambos comenzaron a correr por los callejones de Baron, siguiendo el fino oído del ladrón peliazul.

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La sala del trono estaba iluminada por varias antorchas y las luces que entraba desde las ventanas. Onizuka tenía una mirada de alegría mal disimulada al ver los hermosos tapices que había en el lugar. Sin embargo, fue cuando se quedaron los dos delante del rey Cecil cuando se quedó boquiabierto. El samurái sabía cuándo un hombre era poderoso y cuando no, y al ver al soberano de Baron supo inmediatamente lo fuerte que era. Ankar se arrodilló ante el rey paladín.

-Mi señor, traigo el informe del Templo del Fuego Eterno. Me acompaña mi compañero Onizuka Derakainu. -El dragontino miró hacia su compañero, que no dejaba de mirar al rey con una mirada firme. Llevó su mano al cuello del pelirrojo y le hizo agacharse. -Perdone, es un poco indisciplinado.
-¿Has conseguido compañeros, Ankar? -Preguntó el rey.
-Sí, majestad.

El albino relató sus encuentros y sus batallas, y lo que el Guardián Ifrit les explicó. Al terminar, el silencio se instauró en la sala únicamente roto por el crepitar de las antorchas. Cuando ya se volvía casi incómodo, una voz proveniente desde el respaldo del trono se escuchó.

-Seguro que tendrán muchas preguntas.

Ambos guerreros miraron al frente para encontrarse con una mujer de cabellos castaños adornados con una flor roja. Los ojos verdes los miraban risueños desde el lado de Cecil. Ambos miraron a la mujer extrañados y luego al monarca.

-Majestad... ¿Quién...?
-Ella es Freyja De Eir. -Contestó Cecil inmediatamente. -Es gracias a ella que vuestra misión ha empezado. Y la que tiene todas las respuestas.

Los dos compañeros se miraron, y el pelirrojo asintió. Ankar miró hacia el frente de nuevo.

-La pregunta que todos tenemos en mente es... -Tragó saliva al mismo tiempo que salían sus palabras. -¿Por qué?
-¿Por qué? -Preguntó a su vez con su fuerte acento Frejya.
-¿Por qué destruir los cristales?
-Los cristales sagrados son la fuente de toda energía. -Secundó el samurai. -Vamos, es algo básico que todos sabemos a lo largo y ancho de este jodido mundo.
-Según las leyendas, si el cristal se rompe, la energía de su elemento desaparece. -Siguió Ankar.
-Y sin embargo, habéis destruido el cristal del fuego pero aún hay llamas. -Contestó con una sonrisa la muchacha. Extrañados, los dos se volvieron a mirar.
-¿Tú cómo te encuentras? -Preguntó Ankar a su compañero.
-Eso es lo más raro, me siento perfectamente. -Contestó el pelirrojo. -Mi espada sigue convirtiéndome en el puto amo del fuego.
-Eso es porque la energía del cristal no ha desaparecido. -Explicó la castaña. -Puedo daros algunas respuestas, pero por desgracia no podré dároslas todas.

Ambos se quedaron en silencio.

-Preguntasteis porqué destruir los cristales. -Siguió ella. -La respuesta es más sencilla de lo que parece. Si un cristal fuera destruido a destiempo, si que se perdería la energía de ese elemento. Sin embargo, hay épocas en las que los cristales pueden... no, sería más correcto decir que deben ser destruidos. -La joven bajó los escalones para estar más cerca de ambos hombres. -Cada trescientos años, su poder decae, y deben ser reemplazados.
-Fuera lo viejo, dentro lo nuevo. -Preguntó Ankar mirando a los ojos de jade de ella. -¿Algo así?
-Exacto.
-Pero la cuestión es... ¿Dónde encontraremos un remplazo para los cristales?
-No creo que haya alguna bruja que nos lo diga a cambio de un ojo de cristal o algo parecido. ¿Verdad? -Secundó entonces Onizuka.
-Eso no puedo decíroslo. -Dijo Freyja con una sonrisa, y cuando el pelirrojo fue a protestar, continuó. -Al menos, no ahora. A mi se me ha enviado para dar a conocer el momento de la regeneración de los cristales. Pero sería peligroso deciros más.

Se quedaron en silencio un momento más antes de que Ankar hablara de nuevo.

-¿Cuánto tiempo tendremos para cumplir nuestra misión?
-Debe cumplirse lo antes posible. -Dijo ella sin dejar de sonreír. -Los cristales destruidos dejan su poder en el mundo durante cinco años como máximo. Al terminar esos cinco años, los elementos se vuelven débiles. El fuego no quema. El viento no sopla. El agua no humedece. La tierra no da alimento. La luz se apaga. La oscuridad no esconde.
-Intuyo que no va a decirnos nada más. ¿Verdad?
-Verdad. El resto os lo contaré cuando hayáis destruido el último de los cristales. -Contestó la castaña sonriendo ampliamente.

Se quedaron un momento en silencio, y ambos se levantaron al unísono.

-¿Cuánto tiempo disponemos? -Preguntó Onizuka.
-Doce meses. -Contestó la muchacha. -Dieciocho como máximo.
-¿Un año y medio como mucho? -El samurái miró a Ankar. -Creo que tendremos tiempo de sobra.

El albino asintió y miró a su rey.

-¿Podríamos pedir prestada alguna nave aérea? -Preguntó el dragontino.
-¿Queréis llegar pronto hasta el Templo del Mar Eterno? -Preguntó a su vez el monarca.
-Exactamente.
-Lo más cercano que os pueden llevar es hasta Tule. -Dijo el rey después de un momento pensante, mientras suspiraba. -Pedidle a Moorcock que os haga el papeleo.
-Gracias, majestad. Con su permiso...

Ambos hicieron una reverencia y salieron de la sala del trono. Freyja suspiró al verles salir.

-Son grandes chicos. -Dijo ella mirando a Cecil. Este la miró algo triste.
-Por eso le pedí a él esta misión.

En el exterior, frente a la ventanilla del anciano, Ankar se mesaba la barbilla, pensativo, mientras el samurái seguía extrañamente en silencio. El dragontino lo miró.
-Llevas mucho rato callado y eso es algo que no me cuadra. ¿Qué estás tramando?

Onizuka lo miró extrañado, pero suspiró rascándose la cabeza.

-Hay algo en esa Freyja que no encaja...
-¿Por eso no le tiraste los tejos? -Preguntó sonriendo Ankar.
-Tómatelo a broma si quieres, pero el arte de piropear se debe hacer en el momento adecuado y con la mujer adecuada.
-Para ti todas son adecuadas.
-No. Ella no.

El albino, extrañado, lo miró con asombro.

-¿Qué quieres decir?
-¿No te has dado cuenta?

Se puso serio. Si, se había dado cuenta. Alrededor de esa muchacha fluía un aura muy poderosa, algo que le impedía actuar de la manera común. Asintió.

-Pero lo más extraño no es eso. -Dijo Onizuka.
-¿Qué es?
-Se parece a ti.
-¿Cómo? -La respuesta de su amigo le dejó anonadado.
-¿No te has fijado? Ambos tenéis esa misma mirada, penetrante y profunda. Como si miraseis el alma más que los ojos. -Ankar tomó el pergamino del anciano mientras su amigo hablaba.
-¿No será que lo confundes porque ambos tenemos los ojos verdes? -Intentó disuadir al samurai mientras salían y se despedían de los guardias.

El samurái caviló, pero al final se encogió de hombros.

-Vete a saber, ya veremos lo que pasa en el futuro. Ahora vamos a echarle los tejos a la helada belleza de Ylenia.

Ambos rieron un poco mientras pasaban por los callejones en dirección a la plaza, pero el dragontino se detuvo mirando una calle, y tomando del brazo a Onizuka, le obligó a mirar.

-¿Qué pasa?

La respuesta al pelirrojo sobrevino directamente con un hombre llevando a cuestas a una niña inconsciente. Cuando lo perdieron de vista, vieron como Ylenia y Dreighart lo estaban siguiendo a escondidas. Onizuka y Ankar corrieron hacia ellos sin decir nada, y cuando se encontraron con ellos a cada extremo de las esquinas de la calle, se miraron.

-¿Qué ha pasado? -Preguntó el telépata a sus compañeros.

Dreighart miró el camino y caminó hacia su objetivo, seguido de los otros tres. Ylenia se acercó al dragontino.

-Mafiosos. -Dijo la mujer en voz baja. -Mafiosos y esclavistas. Tienen varios niños cautivos.

El albino asintió, e Ylenia pudo ver como la sonrisa de Onizuka desaparecía completamente. Corrieron a la siguiente bifurcación y ahí vieron como el hombre con la niña golpeaba en una puerta, decía algo y entraba, mientras otro hombre salía sonriente y tarareando.

Antes de que ninguno de los otros dijera nada, el samurai surgió del escondite y se fue directo al nuevo caminante.

-¿Querías algo? -Dijo el hombre al ver que Onizuka le obstaculizaba el paso.
-¿Podrías mirar un momento para arriba?

El hombre, extrañado, miró hacia el cielo, al mismo tiempo que Onizuka susurraba la palabra "Zantetsu" y desenvainaba su katana para cortarle el cuello. El sonido de la cabeza y la mirada incrédula de ella hicieron un simple ruido sordo al caer.

-Odio este tipo de gente.

Dreighart, asustado, miró a Ankar.

-¿Por qué no lo has detenido?
-¿Por qué debería?

El ladrón, extrañado, vio como el dragontino se colocaba al lado del pelirrojo, y aún más descolocado vio a Ylenia unirse a ese trío. Él, por su parte, suspiró. No le hacía mucha gracia todo aquello, pero no permitiría que hubiera niños en peligro.

El peliazul se colocó detrás de Ylenia cuando ya estaban frente a la puerta. Era una madera ruda y, en apariencia, fuerte, y tenía una mirilla que se abría por el interior. Onizuka golpeó con fuerza tres veces, y se escuchó como alguien se acercaba. La ventanilla se abrió.

-Contraseña.
-Esto... ¿Cocodrilo? -Contestó el pelirrojo.

La ventanilla se cerró de golpe en las narices del samurái, el cual se giró a Ankar.

-Me han ignorado.
-Interesante... ¿Quieres llamar de nuevo, por favor?

El albino se echó para atrás acompañando a los otros dos, mientras su compañero sonreía macabramente y se hacía crujir los huesos de las manos.

-Será un placer.

El samurái tomó impulso, y descargó tal golpe que partió la puerta por la mitad gracias a su puñetazo. Dreighart e Ylenia se asustaron al ver tal golpe, pero pudieron ver el interior. Estaba iluminado con una chimenea muy grande, y dentro se podía ver a varias personas asombradas por el golpe del samurái, y a uno tirado en el suelo aplastado por una de las mitades de la puerta que habían volado.

Los segundos que siguieron fueron bastante caóticos. Los del interior gritaron mientras que los tres guerreros de fuera se armaban con sus espadas y el ladrón sacaba una de sus dagas con la mano derecha. Los enemigos salieron en tropel, y la batalla fue rápida. Las llamas, los destellos eléctricos y los reflejos helados surgieron de las armas mientras que las puñaladas no se podían ver bien. Cuando terminaron los gritos, solo el grupo estaba de pie, y tres hombres más salían del interior.

Estos parecían diferentes al resto, tanto en el aspecto como en el equipo. El primero en salir fue uno con un gran hacha de batalla, el cual Ylenia pareció reconocer como una de las armas que usaron en Kalm contra ella, y su aspecto de bárbaro era muy notable con una rala barba negra sobre la piel oscura y sus ropajes. El segundo en entrar fue el hombre más bajo de los tres, con una cimitarra en la mano derecha y un escudo en la izquierda, con un yelmo tapándole parte del rostro y toda la cabeza. El tercero llevaba un yelmo de dragontino y en sus manos portaba una larga cadena con dos bolas de metal con pinchos a los extremos. No dijeron nada. La batalla dio inicio inmediatamente.

El primero en moverse fue Ankar, dando un salto hacia atrás y lanzando su espada serpiente cual relámpago hacia el hombre de las cadenas, pero este se apartó en el justo momento y comenzó a correr hacia el dragontino, ondeando su arma y lanzando un potente ataque en dirección al pecho del albino. Este rodó por el suelo en el justo momento en el que la bola metálica hacía un cráter en la pared de detrás. La sucesión de golpes de cadenas y la espada serpiente continuó apartándose un poco del grueso de la batalla.

Y es que el grueso ahora estaba enfrascado en una gran lucha. Onizuka se había lanzado de cabeza contra el que tenía el arma más grande, y lanzaba rápidas estocadas con su espada de fuego al hombre del hacha, mientras que este se afanaba en esquivarlas y golpear con rabia al samurai. Este reía ante los intentos de su enemigo de golpearle y le hacía cortes en los brazos con una técnica infalible. Uno de los hachazos pasó realmente cerca de la garganta de Onizuka, y con una fuerte patada envió al suelo a su rival para rematarlo de una estocada que incineró la herida antes de arrancarla del pecho.

Mientras, Dreighart e Ylenia se encargaban de luchar contra el hombre del escudo y la cimitarra. Definitivamente era el hombre más rápido de los tres enemigos, y conseguía bloquear la espada de la mujer con su escudo mientras atacaba al peliazul con su cimitarra. El ladrón conseguía esquivar todos los ataques por poco, pero sentía algo peligroso en el arma enemiga. Mientras, la guerrera se concentraba en destrozar el escudo haciendo que este se congelara poco a poco gracias a su poder de congelación, pues su espada refulgía en plata al moverse. La escarcha ya casi cubría todo el escudo y sabía que un golpe bien dado lo haría romper, y cuando el ladrón esquivó otro de los cortes de la cimitarra aprovechó para lanzar un fuerte barrido que hizo añicos el escudo. Mas el hombre no se asustó y lanzó un poderoso corte con su arma curva, el cual Ylenia quiso detener con su espada.

Su sexto sentido le dijo que se apartara inmediatamente de aquel ataque, y lo hizo justo cuando la hoja de su enemigo atravesó limpiamente el acero de su espada, cortándolo. Con los ojos abiertos del asombro, vio como el bárbaro se lanzaba sobre ella, pero Dreighart saltó sobre su espalda y le clavó su daga en el hombro izquierdo. El hombre gritó con furia, llevó su mano libre atrás para tomar del cuello de la camisa al ladrón y lo lanzó hacia la guerrera. Rodó por el suelo y cuando se levantó el peliazul, vio que en la mano derecha del chico estaba su cimitarra, la cual se la pasó a Ylenia y, de un rápido corte, cercenó uno de los brazos y la mitad del torso del hombre de una manera muy limpia.

Pero la incredulidad no tenía cabida en ese momento, pues un fuerte golpe de cadena los asustó y saltaron hacia el lado para ver caer a Ankar con algunos arañazos en la carne enfrentándose al hombre con cadenas, sin yelmo ya y jadeante. Este se encontró rodeado por tres flancos. Detrás tenía a Onizuka, el cual ya estaba lamiéndose los labios y dando vueltas a su gran espada de fuego. Delante tenía a Ankar, el cual no había dejado de lanzarle ataques y de desviar sus bolas para que no golpearan a sus compañeros. Y a un lado tenía a Ylenia y Dreighart, los cuales la primera ya estaba de pie y el segundo estaba algo aturdido por el golpe.

De un rápido movimiento, lanzó su cadena hacia la pareja, y se enrolló en el cuello del ladrón golpeándolo en el pecho con la esfera, que aunque no muy fuerte, si lo suficiente para asombrarle, y lo lanzó hacia él con fiereza.

-¡Dreighart! -Gritó Ylenia.
-¡Ni lo sueñes basura! -Secundó Onizuka.
-¡Vamos! -El grito mental de Ankar no afectó en nada a los demás.

Los tres corrieron hacia el hombre, que ahora mismo tenía las cadenas a ambos lados del cuello del peliazul intentando estrangularle. Un rápido movimiento hizo que un destello oscuro de la daga del chico le soltara aullando en el momento en el que llegaban los tres guerreros con sus espadas preparadas.

Las armas destellaron un instante antes del grito que soltaron los tres. El ataque a tres vértices se realizó con firmeza, y la estela que dejaron las espadas tras de sí denotaba los elementos mágicos de los tres ataques. Cuando el rayo tocó la carne, esta empezó a electrocutarse, mientras que al ser el fuego el que tocó el cuerpo comenzó a arder con fuerza. Por último, el hielo cubrió parte de la herida, pero se extendía rápidamente evitando que sangrara pero también que pudiera cerrarse la herida. El hombre simplemente cayó al suelo, inconsciente por el dolor y en los albores de la muerte.

Dreighart tosió fuerte y se levantó con ayuda de Ankar, y los cuatro miraron el resultado de esa escaramuza. Habían practicado durante el viaje, pero no les había salido tan destructivo como ahora.

-¿Te encuentras bien? -Preguntó el dragontino.
-Sí, aunque ese golpe habría sido brutal si lo hubierais echo unos segundos antes de que me pillara el cuello. -Contestó él riendo un poco.
-Vamos, no te quejes Dreight. -Dijo riendo el samurai dándole unos golpes en la espalda. -Al menos tienes la cabeza sobre los hombros.
-Debo dar gracias a Mateus por ello...
-Y sobre esto... -El samurai levantó un dedo hacia el cielo como si hubiera descubierto la luna mirando al hombre de las cadenas. -Por fin nos ha salido algo decente. Propongo ponerle el nombre de "Delta Force".
-¿Acaso no ves que estamos con algo serio? -Preguntó la guerrera sin mirarle mientras se alejaba.
-Eh, que yo siempre hablo seriamente.

Ylenia, suspirando, se había acercado al hombre al que le había quitado la cimitarra su compañero. Estaba maravillada y asustada por la calidad de ese acero, y ya que había perdido su espada en ese choque, había decidido aplicar una de las leyes de los mercenarios: Eres dueño de lo que matas.

Arrancó sin miramientos la vaina de la cadera del hombre muerto al que había derrotado gracias a la ayuda de Dreighart, y se quitó la suya propia para cambiarla. Cuando la tuvo colocada, miró detenidamente la espada. Curvada, bastante, pero lo justo para no impedir los movimientos rápidos. Su empuñadura era de un azul celeste bastante inquietante, y no reconocía la manufactura. Algunos símbolos extraños estaban grabados en la hoja, y mientras miraba su reflejo y pasaba su dedo por los símbolos, vio cómo llegaban los otros tres. Se giró para mirarles.

-¿Vamos dentro?
-No veas el cuchillo que te has agenciado. ¿Eh? -Contestó el pelirrojo riendo, pero cuando entraron, sus risas se quebraron. -Por las tetas de Mateus...

En el interior había varias jaulas para animales amontonadas unas encima de otras, pero con la diferencia de que en vez de animales, lo que había eran niños, algunos llorando quedamente, otros en silencio.

-Vamos a sacarlos de aquí. -Fue lo único que Ankar dijo. El resto no habló más.

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El viaje fue lento, tal y como había previsto el héroe Kain, y habían encontrado varias manadas de monstruos desde que habían partido esa mañana desde Baron. Sin embargo, en las horas muertas donde no había habido ningún contratiempo, Emberlei las pasaba mirando al cielo sobre su cabeza, o al suelo, tan lejano de sus pies ahora. Se sentía fascinada por algún motivo, invadida por aquel sentimiento, y su humor había mejorado mucho desde que habían salido. Sin embargo no había perdido de vista su cometido: Llegar a Eblan para poder encontrarse con el Maestro de los Eidolons. Debía encontrarse con el Maestro lo más pronto posible...

-¿Te preocupa algo?

La voz del dragontino hizo que se girara para mirarle. Kain se acercaba a ella sin su armadura, llevando unas ropas sencillas de color azul y botas de cuero, y una larga capa para resguardarle del frío. Se colocó a su lado para admirar el paisaje nocturno que podían observar. Habían dejado atrás el desierto y podían ver ahora las planicies de la antigua Madain Sari, ahora conocida como Mist.

-No, nada en absoluto. -Contestó ella mirando también hacia abajo, tranquilizándose. -Simplemente me pregunto cuanto tardaremos en llegar.
-Todavía un día aproximadamente. -Explicó Kain suspirando. -Ha habido menos ataques de los que esperaba, pero eso nos ha retrasado. Además, no podemos ir con mucha velocidad hacia Eblan.
-¿Por qué no pueden ir a la máxima velocidad? -Preguntó extrañada al joven de cabello morado.
-Podrían tomarnos por enemigos. No siempre hemos sido tan aliados del reino de los ninjas. -Explicó el maestro dragontino mientras se cruzaba de brazos. -Igualmente, creo que deberías dormir un poco.
-No puedo dormir. -Ember se rascó la cabeza por acto reflejo.
-¿Demasiado emocionada como para hacerlo?
-Supongo...
-Es normal. -Asintió sonriente Kain. -Poca gente ha ido hasta Eblan después de la guerra, si no contamos a los nativos de Tule y de Narshe, claro. Para el resto de las personas el reino de las sombras quedó reducido a ese amasijo de ruinas que hay en las montañas del norte y la nueva nación es simplemente algo con lo que soñar ir a ver. Pero realmente tiene un encanto... difícil de describir.
-No soy muy dada a los misterios. Ya sabéis que vengo por, digámoslo así, negocios. -Replicó ella, sin perder la calma. -Sin embargo hay algo que me emociona: conocer a una de las altas invocadoras que quedan con vida.
-Eres joven, aún puedes encontrar a otros invocadores, sea de raza o de oficio. -Dijo él mirándola extrañado. -¿Qué te preocupa tanto?
-En términos humanos, hace veinte años que debería estar muerta si hubiera sido una persona normal, puesto que tengo ochenta y dos años...

Sin saber qué contestar a eso, o simplemente por querer dar por terminada la discusión, Kain se retiró de su lado dándole las buenas noches. Ella, sin embargo, se quedó un rato más ahí de pie, viendo el paisaje, y cuando Ragnarok estaba bien brillante, decidió volver al camarote que le habían dado. Quizá podría conciliar el sueño.

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En otra parte del globo, en los mismos cielos nocturnos, una sombra alada planeaba por el firmamento con parsimonia pero sin estar muy elevado. Estaban acostumbrados a viajar de noche, pues había menos monstruos y eran más propensos a camuflarse gracias a las plumas del chocobo.

La luz los iluminó tenuemente, mostrando a un mago rojo subido a un chocobo de negro plumaje. Pocos podían conocer a estos huidizos animales, pero la gran diferencia entre sus hermanos de cualquier otro color era que tenían la facultad para volar, pues sus alas eran mucho más grandes que las de sus compañeros. Sin embargo se ataban solo a unas pocas personas, y nunca se quedaban en los establos chocobos, pues necesitaban descansar en los bosques cercanos. Sobre su lomo había un mago rojo, un viera, y para más curiosidad, un viera macho. Portaba un conjunto típico de mago rojo. Túnica colorada, pantalones azules, botas de cuero, y sobre sus hombros una recia capa carmesí a juego con su sombrero, el cual dejaba pasar las dos largas orejas oscuras y a su lado tenía una pluma blanca enganchada.

El viera bostezó, cerrando sus ojos entre ambarinos y rojizos, y miró hacia la silla de montar donde tenía un pequeño escudo y un estoque atados para que no se cayeran. Sonrió al comprobar que no se movían y, frotándose las manos para calentar su oscura piel, echó algo de aliento en ellas antes de hablar.

-¿Qué hora crees que sea? -Dijo sonriente el viera con una voz algo suave.
-¡Kuee!
-¿Ya tan tarde? Creo que deberíamos descansar pronto.
-¡Kuee kuee!
-Sí, sí, fue cosa tuya, pero sería mejor que llegáramos pronto. ¿Crees que tardaremos mucho?
-Kukuee.

El viera miró hacia el suelo, viendo las luces de fiesta de la ciudad de Wutai del Oeste, y usó las riendas para hacer que su chocobo negro empezara a descender. La ciudad de estilo japonés estaba festejando la Ventisca de Plata y en esos momentos siempre se podía encontrar buena información. Aterrizó en las afueras del lugar, cerca de un cementerio, y de un salto bajó de su montura. Empezó a quitarle de las alforjas un zurrón de cuero, y después le quitó el estoque y el escudo que tenía en la silla mientras le hablaba.

-Ve a descansar al bosque más cercano. -Le dijo el mago rojo sonriendo. Su sonrisa no desaparecía en ningún momento. -Te llamaré cuando vaya a salir de nuevo, pero no creo que sea esta noche. -Se colocó delante del chocobo y tomó un silbato que llevaba colgado al cuello, y se lo colocó él mismo. -Y no te me pierdas. La última vez que lo hiciste tuve que ir desde Doma hasta Tycoon caminando... y hablamos de más de un mes de viaje.
-¡Kuee kuee!

El chocobo abrió las alas y dio un fuerte aleteo para salir volando en un instante. El mago miró sin perder su sonrisa al animal y cuando lo perdió de vista se giró para internarse en la fiesta de otoño. Algunas muchachas le daban algunos pasteles de frutas de la estación, y él las aceptaba. Le encantaban los dulces, y los dulces gratis le gustaban aún más. Caminó sonriendo y viendo la ciudad de los mercaderes del oeste en dirección a una de las tabernas del puerto. Miró al mar antes de girarse y encarar la puerta de "La Serpiente Marina".

Al entrar le vino todo el olor a licor que podía esperarse de una taberna de puerto. Estaba iluminado por varias partes, y también por las velas que había en las mesas. Era algo destartalado pero bastante grande, y todas las mesas estaban ocupadas por personas de no muy buen ver. Tenían toda la pinta de mercenarios... O saqueadores. Nunca se puede saber qué es quién en qué momento y en qué lugar. Caminó sin prestar atención a las miradas extrañadas que le lanzaban y, esquivando a la joven camarera, se sentó al lado de un anciano que estaba dormitando en la barra para esperar al tabernero. Sentía las miradas de varias personas mirándole desde las mesas, pero no dejó de sonreír. Siempre sonreía a todos, y es que... ¿Cada cuánto ves a un viera macho?

Las viera era un pueblo mayoritariamente de mujeres cuyo nacimiento estaba siempre envuelto en un misterio. El noventa y cinco por ciento de la población viera era femenina, y muy pocos varones nacían en su seno, por lo que era extraño verle a él, un viera mago rojo masculino en esa posada. Cierto era que sus rasgos faciales eran más afeminados que los de un hombre o incluso un elvaan y que por eso a veces lo confundían con una viera mujer, pero seguía siendo, como él mismo se llamaba, el viera más macho que conocía... y porque no conocía a más que él mismo.

Se quitó por un momento el sombrero de mago rojo mostrando la larga cabellera verde plateada de su raza cayendo por su espalda y atada en una coleta que suele llevar escondida bajo el sombrero, pero ahí hacía demasiado calor para eso. Tenía una pequeña trenza en uno de los lados de su rostro, confirmando según la cultura de Narshe, su hogar, que era adulto. Mientras se secaba el sudor con un pañuelo, vio al tabernero aparecer por la puerta.

-Ponme lo de siempre. -Le dijo al pasar por delante de él, y el hombre le miró.
-Vaya, pero si es Hassle. -Contestó el cantinero deteniéndose frente a él, y el viera le sonrió para verle bien. Era un enano de mediana edad con el cabello y la barba de color castaño y con algunas visas de canas, sobre todo por los laterales de su cabeza, y la camisa blanca de mangas largas escondían unos brazos fuertes por la edad, y sobre esta había un chaleco sin mangas y unos pantalones en la parte baja de color negro. -¿Grog, como siempre?
-¿Drako? ¿Eres tú de verdad? -Preguntó Hassle con una sonrisa y la mirada algo perdida.
-Siempre con la misma broma cada vez que vienes... -Dijo suspirando el hombre mientras sacaba una jarra llena de un líquido ocre y llenó un vaso de barro hasta arriba. -¡Que soy Duke! ¿Cuántas veces tendré que decirte que mi padre murió hace tiempo?
-Lo siento, Duke, de verdad. -Contestó el viera tomando el vaso sin dejar de sonreír. -Ya sabes que os parecéis mucho.

El hombre suspiró, ya que se conocían desde hacía mucho tiempo gracias a la longevidad de los enanos y de los vieras, y a este aparentemente joven conejo le encantaba hacer bromas que representaran la juventud y el parecido con personas que ya no estaban.

-Tendrás un oído excepcional, pero en lo referente a sentido del humor nunca has llegado a un buen nivel. -Dejó la jarra de grog en la barra y le miró serio. -¿Vienes por trabajo?
-No se te escapa una. -Dijo el sonriente tomando un largo sorbo de su bebida. -Pero trata de que no sea algo que tenga que ver con la violencia, sabes que no me gusta mucho.
-Si te pones así, nunca conseguirás pasta para pagar lo que me debes. -Contestó bufando Duke.
-¿Tienes o no tienes?
-Tengo... Pero no creo que te guste. -El tabernero se agachó y, al levantarse, salió con un papel en la mano. -Es una orden de búsqueda y captura hacia una mujer mercenaria. Hay gente que la quiere muerta, pero vale más viva.
-Sabes que no me gusta hacer esto...
-Pero si quieres su recompensa, deberás ensuciarte. No especifican si la quieren viva o muerta, pero dan más recompensa si está viva... -Se quedó callado un momento antes de hablar de nuevo. -Es una orden negra. -Le dijo dándole el pergamino oscurecido con la información de la mujer. -Aquí tienes todo.

El viera tomó la orden y la leyó. Una mujer peligrosa que había sido vista por última vez en el continente del este, que, según ese papelito, podía controlar el hielo por un pacto oscuro con un demonio y había negado su colaboración con el gremio en varias ocasiones y se había puesto en su contra. Hassle sonrió mientras tomaba otro sorbo de su bebida.

-Nunca sabes cuanta verdad hay en estas misiones. -Comentó para sí mismo rascándose la mejilla con la mano del vaso. -Pero si es solo capturarla, creo que podré hacerlo. Lo acepto. -Dijo guardándose el papel en el bolsillo interno de la túnica.
-¿Estás seguro? Sabes que tendrás que matar seguramente.
-Sí, sí. -Dice él terminándose la bebida y dejando el vaso en la barra. -Ya te escuché, Duke, pero no especifican que deba llevarla muerta. La capturaré viva. -Contesta serio el viera por primera vez. El silencio fue pesado durante un instante. -¿Has conseguido algo sobre lo que ya sabes?

El tabernero lo miró serio y miró a los lados, y de su bolsillo sacó un pequeño pergamino doblado que le tendió a un sorprendido Hassle. Este lo tomó y lo miró.

-Hay rumores de que un escuadrón de aprendices y maestros dragontinos fue hecho caldo por un dragón de dimensiones descomunales y de color negro. -El viera dejó de escuchar cualquier otra cosa y acercó sus orejas de conejo hacia el enano, ya que este estaba susurrando a muy bajo volumen. -No se sabe mucho más, salvo que el líder de los dragontinos, Kain Highwind, salió vivo después de proteger a los reclutas.
-¿Dónde fue?
-En Baron.

Hassle se quedó quieto un momento, y se guardó el papelito en el sombrero mientras se levantaba del taburete.

-Bueno, parece que tengo un nuevo destino por donde empezar. Hacía más de veinte años que no tenía noticias de ese bastardo, y esto es lo más fresco que pude encontrar. -Miró al tabernero y recuperó su sonrisa perdida. -Muchas gracias por todo Duke.
-¿Ya te marchas? -Preguntó extrañado él.
-Sí, ya hay que moverse un poco, el viento nunca espera. -El viera se colocó el sombrero y se dirigió a la puerta.
-¡Oye! ¡Que no me has pagado!
-¡Mira que tarde es! ¡Nos vemos Drako! -Dijo riendo el viera y salió corriendo.
-¡Que soy Duke! -Pero la voz se perdió porque Hassle no estaba. -Maldito conejo...

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-Esto es genial. -Dijo Dreighart mientras caminaban por el establo chocobo con las riendas de su montura en la mano. -Hacemos papilla a los malos y nos llevamos un dinero extra porque estaban buscados.
-¿Podría decirse que somos como caza recompensas? -Preguntó riendo Onizuka mientras encaminaba a Highwind en dirección a la salida norte, ya encima de él. -Porque si es así, me pido las mejores chiquillas en el próximo pueblo.
-Fue una coincidencia. -Dijo simplemente Ylenia encima de Aine mirando hacia atrás. -Ninguno de nosotros sabía que tenían precio por su cabeza.
-Pero eso nos servirá de mucho. -Contestó Dreighart subiendo a su montura. -Que oye, debemos ganarnos la vida de algún modo.

El grupo estaba prácticamente listo para partir esa noche. El único que aún estaba sin montar en su chocobo era Ankar, que hablaba con un oficial de Baron.

-Entonces... ¿Os lo puedo encargar?
-Por supuesto, Einor. -Contestó el capitán dándose un golpe en el pecho. -Ya habéis hecho suficiente con acabar con ellos, ahora es nuestro trabajo encontrar a todas las familias.
-¿Y los huérfanos? -Preguntó Ankar. -Creo que pueden haber algunos.
-Los tomaremos como aprendices. -Dijo el hombre colocando una de sus manos en el hombro del dragontino. -Sería mejor que te ocuparas de tu propia misión ahora. Déjalo en nuestras manos.

El albino asintió y después de estrechar su mano con su compañero, se dirigió al único chocobo que quedaba libre, montándose en él vio a los otros tres. Dreighart e Ylenia estaban al lado de su montura, mientras que Onizuka hablaba con su animal.

-Vamos, no me repliques coño. -Decía el samurai dándole un golpecito en la cabeza. -Te tengo dicho que vamos para el norte, y si te empeñas en llevarme la contraria te juro que te tiro desde lo alto de la torre del próximo templo. ¡Y sin cuerda!

Todos vieron como el chocobo del pelirrojo parecía suspirar mientras se acercaban a él. Onizuka miró a Ankar.

-¿Dónde vamos ahora?
-Vamos a la base de los Red Wings. -Contestó Ankar mientras miraba a los demás. -Nos han permitido utilizar un barco volador para llegar a Tule, y de ahí al Templo del Mar Eterno.
-¿Nos contarás lo que te ha dicho su majestad? -Preguntó Dreighart mientras empezaban a salir a la noche, lejos de las luces de fiesta de Baron.
-Si, por el camino os iré diciendo lo que pasó. -Ankar los miró con una sonrisa. -Es uno de los puntos positivos de ser telépata, que no tengo que gritar ni me quedo sin aire mientras hablo.

Dreighart soltó una pequeña risa, pero fue opacada cuando Onizuka dio un fuerte tirón y un grito y Highwind salió corriendo en dirección norte.

-¿Y este a dónde va? -Preguntó frunciendo el ceño Ylenia. -No deberíamos separarnos.
-Sabe perfectamente donde haremos el alto. -Contestó el albino. -No os preocupéis, tenemos unas cuantas horas de camino. -Ankar espoleó al chocobo y este comenzó a galopar. -¡Vamos!

Durante la siguiente hora y media, Ankar fue explicándoles lo que había ocurrido en la sala del trono y parte de las explicaciones de Frejya. No quería explicarle a Ylenia todavía la misión principal, pero al menos le explicó que había un gran problema con los cristales y que si no iban terminarían perdiendo su poder.

Los monstruos del camino eran otra manera de entenderse entre ellos. Habían visto que todavía necesitaban entrenar más, pues en el combate contra esos buscados habían notado su falta de potencia, sobretodo Dreighart. Se afanó en aumentar su velocidad y sus reflejos mientras luchaban y recolectaban objetos para después, venderlos y tener fondos. Había gente en diferentes pueblos que compraban pieles, cuernos y colmillos a muy buen precio... Sin contar con que también podían ir a las tabernas de gremios y vender los objetos por misiones.

Cuando llegaron al puente que cruzaba el río, se encontraron con Onizuka apostado, con una fogata preparada y estaba asando dos ardillas monstruosamente grandes, del tamaño de un niño. Highwind estaba en la orilla, cerca de ese improvisado campamento. Se levantó del fuego para tomar las riendas del chocobo de Ankar.

-Si mis cálculos son correctos, podremos llegar ahí a las once de la noche. -Dijo Ankar bajando del chocobo. -Si dejamos descansar a los chocobos una media hora, claro.
-Yo necesito esa media hora... -Contestó el ladrón bajando y llevando su montura a la orilla del río. -Me parece que aún no estoy acostumbrado a montar.
-Ya se te pondrá el culo como piedra pronto, Dreight. -Riendo, Onizuka estaba cortando la carne de las ardillas, que ya estaba hecha. -Eso o sentirás como te lo han petado doce behemoths juntos.
-Por Mateus, no me digas eso... -Se quejó él volviendo y sentándose encima de una gran roca. -¿Es comestible?
-Y delicioso. -Ylenia había dejado también su montura y había tomado un trozo de carne antes que el ladrón. -A veces hay que comer estas cosas antes que gastar las provisiones de viaje.
-¿Por qué? -Preguntó el ladrón tomando una buena porción de carne de parte de Onizuka.
-Imagínate que de repente entramos en una cueva. Es cuestión de supervivencia. -Ella se sentó y dio un fuerte mordisco a la carne.
-Siempre que puedas conseguir alimento fresco, hazlo. -Le dijo Ankar comiendo su parte.

Todos comieron su carne antes de decir nada, y cuando terminaron fue el samurái quien rompió el silencio sacando un zurrón de detrás de una roca.

-Oye, Ylenia, se te ha caído esto antes en el establo. -Dijo con una gran sonrisa.

Ankar suspiró, pues sabía que esa sonrisa significaba problemas, y Dreighart abrió extrañado los ojos. Ylenia, por su parte, había perdido el poco color que tenía en las mejillas y se le había caído el estilete que estaba limpiando después de usarlo para cortar la carne.

-¿Cuándo has...?
-Me extraña que tengas una lectura tan entretenida como "El uso del látigo fuera de las batallas"... Vaya, eres toda una pícara. -El pelirrojo soltó a propósito el zurrón y se desparramó el interior por el suelo. -Vaya...

Los otros dos hombres miraron con curiosidad los objetos caídos, y ahora entendían porqué Onizuka decía que le parecía "extraño" aquello. Desde luego, no pegaba con la imagen ruda de Ylenia el que llevara en su zurrón un corsé de cuero brillante y un látigo corto de nueve colas... O tal vez si.

Dreighart miró extrañado a Ankar, pero este se apartó un poco.

-¡Violaste mi intimidad, maldito pervertido! -Gritó la guerrera levantándose y sacando la cimitarra.
-Ya estamos otra vez... -Dijo Ankar levantándose y, junto a Dreighart, fueron hasta los chocobos.
-¿Violar? Tiene gracia que lo diga la que tiene el corsé de cuero. -Rió Onizuka saltando hacia atrás. -Seguro que no te pones así cuando te lo pones. ¿O quizás si?

En un instante, la guerrera saltó por encima de la fogata ya apagada y empezó a lanzar ataques al samurái, pero este los esquivaba riendo y, de un tirón, tomó a su chocobo a la espalda y salió corriendo a gran velocidad por el puente.

-¿Cuánto puede correr un ser humano? -Preguntó extrañado Dreighart observando desde lo alto de su chocobo como Ylenia preparaba sus alforjas para perseguirlo.
-Un ser humano puede correr bastante... -Dijo Ankar montando en el suyo y caminando con el ladrón hasta el puente. -Pero es de Onizuka de quien estamos hablando.

Cuando Ylenia se subió a Aine aún roja de furia, Ankar le hizo una señal con la mano para que se colocara a su lado.

-¿Qué quieres? ¿No ves que he de matar a ese desgraciado?
-Imagino que te debes de sentir muy... digamos... ultrajada... -Comenzó a decir Ankar.
-Por no decir violada. -Soltó Dreighart para ayudar.
-Pero ten en cuenta que lo necesitamos, al menos hasta el Templo del Mar Eterno.

Ylenia se quedó un momento pensativa, pensando los pros y los contras de aquella alianza, y suspiró un poco.

-Luego del templo lo mataré.
-Además, no pasa nada, cada uno tiene sus pasatiempos y sus perversiones. -Dijo Dreighart con una media sonrisa.

Ylenia se colocó a su lado y dio un fuerte manotazo en el trasero del chocobo del peliazul, el cual se encabritó y salió al galope con un asustado Dreighart gritándole algo a la guerrera.

-Bueno... ¿Cuánto decías que faltaba para la base? -Preguntó como si nada la de cabellos de ceniza.
-Una hora más o menos. -Contestó Ankar muy serio, pues no quería que sus pensamientos le hicieran una mala pasada.

Solo cuando Ylenia comenzó a hacer galopar a su chocobo dorado, se atrevió a esbozar una sonrisa... Aquel viaje era interesante... Y es posible que se fuera a divertir aún con la importancia de su misión.